61. Acuario

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Ryan

Ayer cuando caí con la patineta mi tobillo se dobló por completo dejando morada la zona y con un color rojo intenso, se veía hinchado y preferí cubrirlo con una calceta. Creo que no afecta en nada y según yo tengo que solo caminar para que se recupere.

Nos toca ir al acuario, que por cierto al ver fotos de internet es realmente gigante. El principio fue el mismo de otros días solo que me sentía levemente incomodo por no poder pisar.

¿A quién engaño?

Nada de leve, es una puta tortura.

La entrada es bastante simple, aparece el nombre en un cartel y a los pocos metros hay una cascada como decoración. No soy muy fan de ver a los animales marinos menos los grandes como tiburones, ballenas, entre otros. Me gusta el mar pero puedo decir que no lo disfruto al cien pensando en sus profundidades y los misterios que abarca si se hace toda una investigación.

Los pasillos son muy largos y tienen vidrio hasta en el techo, me causa escalofríos que se me aparezca algo así que fui el que más avanzó para no mirar nada. Mateo obviamente estaba fascinado, para mí que no quitó la vista en ni un segundo desde que entramos y exagerando ni parpadeó.

Pensé que era un recorrido pequeño pero las atracciones del fondo me dejaron asombrado, con montañas rusas otra vez no me quejo.

- ¿Podemos ir? - papá asintió.

- ¿Ocurre algo hoy, hijo? - su mirada me hizo encoger los hombros.

- No me gusta estar por estos lados, ya sabes, peces y cosas así.

- Habrá un show más tarde con una ballena, ¿hay problema con eso cariño?

- No te preocupes, pa. Todo bien, puedo soportar verlas no es como si les tuviera un rechazo.

Que mentira más grande me acabo de inventar.

- ¿Quieres ir a los juegos? - Liam me habló. - Por favor Ryan, háblame.

Sigo molesto por lo de ayer, no digo que fue su culpa porque me dijo antes que no lo hiciera pero es muy insistente a la hora de querer descubrir algo y me desespera. En ese sentido somos lo contrario, sé aceptar un no de respuesta si mis hermanos lo dicen pero él sigue intentando hasta cansarse y contarle de una vez por todas para que se calle.

- ¿Que pasó ahora? - papá dejó continuar a los otros y sus ojos reflejaban seriedad. - No deberían estar enojados en un momento como este de disfrutar su alrededor.

- Nada, no pasó nada. - mi mellizo se aguantó de soltarlo todo. - ¿Verdad?

- Ajá, era una broma. - se cargó en mi brazo izquierdo haciendo que cambiara de pie.

- ¡Fíjate! - no medí mi fuerza empujándolo al piso.

- Compórtate Ryan, no puedes empujar a tu hermano porque sí. - me regañó. - Enojarme con ustedes es lo menos que quiero, caminen y sin pelear.

- Sabía que me mentías. - Liam me susurró antes de caminar adelante.

Idiota.

Como pude ignoré la dolorosa punzada que dio mi tobillo y me mordí el labio. Quería seguir pero cojeando con la intención de no pisar más y descansar.

- ¿Me puedo sentar? - pregunté en un susurro.

- Si mi vida, ¿ya estás cansado? - se extrañó.

- Un poco.

- Tus hermanos van a elegir un juego, ¿cuál quieres tú? - se acomodó a mi lado. - ¿Quieres contarme que sucede? De que pasa algo estoy seguro.

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