Como conejos

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Hola, les habla Souren. Antes que nada...

¡FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO NUEVO!

Que no me he olvidado de vosotros aunque se que llego con unos días de retraso. Espero que pasáis el año 2021 con buen pie que aquí la señorita Souren os quiere demasiado <3

Y ahora, disfrutad del capítulo ;)

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-Hoy... -comenzó a susurrarme- No vas a salir vivo de aquí.

Y al mirarle la cara, no sabía si lo estaba diciendo enserio o una simple mentira pero una cosa estaba clara, hoy teníamos todo el domingo por delante. Era rápido. Tremendamente rápido ya que, antes de que me diera cuenta, lo tenía sobre mi cuerpo mientras me agarraba con fuerza de las muñecas. 

-¿Que piensas hacer, Leo?

-¿Yo? -preguntó con una inocencia fingida- ¿De verdad quieres saberlo o lo dejo a tu imaginación? -rió burlonamente.

-D-Dímelo -y de la nada, comencé a ponerme demasiado tímido.

-Bueno... -y acercando su rostro a mi cuello, pasó su caliente lengua por el- Primero quiero besarte y lamerte poco a poco -y dicho esto, comenzó a repartir dulces besos desde mi oreja hasta mi clavícula- Después, seguiré bajando por tu cuerpo lentamente hasta...

-¿Por que no lo haces directamente? -dije aunque sentí mi rostro sonrojado.

Vi que sonreía y dándome un beso, sentí sus manos sobre mi piel. Besándome con lentitud, abrí mi boca y al profundizar el beso, su lengua comenzaba a jugar con la mía. Claramente, sus besos estaban siendo lentos porque le gustaba hacerme sufrir. Sintiendo sus labios sobre mi piel, comenzó a repartirme suaves besos a lo largo de mi cuerpo al tiempo que me daba pequeños pellizcos en el costado. 

-Ojalá el batín éste que llevas puesto, no estorbara tanto... -dijo sintiendo su aliento sobre mi piel.

-¿Y que haces que no me lo quitas? -dije con una sonrisa que prometía ser seductora.

-¿Es una sugerencia? -preguntó y su voz sonó más al rugido de una bestia a punto de devorar a su presa y, evidentemente la presa era yo.

-Hazlo.

Viendo como tragaba saliva con mucha dificultad, ya que probablemente tendría la boca seca, muy lentamente comenzó a quitarme la ropa que tenía y abriéndolo, comenzó a pellizcar y a succionar mis pezones con demasiada brusquedad. Retorciendo ambos pezones, tiró de ellos hacia afuera y mientras mi cuerpo comenzaba a convulsionarse, volví a sentir sus labios sobre los míos. Mordiendo su labio inferior con la misma fuerza que él ejercía el tirón en mis pezones, noté entre mis muslos, la dureza de su pene.

-Estás duro... -dije con un leve jadeo.

-¿Tan evidente es? -preguntó burlón.

-Demasiado... -y acercando mi mano hasta su pene, comencé a tocar ese pedazo de carne que estaba ansiosa por estar dentro de mi- Evidente -tragué saliva- ¿Godzilla va a volver a entrar? 

Y cuando dije eso, Leo comenzó a reírse de manera sonora. Tan sonora que sus labios estaban tan tensos de reír y su boca, estaba bastante amplia. Era como si no estuviera tan acostumbrado a reírse o simplemente, no le gustaba hacerlo. Cuando abrió los ojos, ya que los había cerrado por esa sonora risa, puso un rostro demasiado dulce, al tiempo que su sonrisa no dejaba de aparecer en su rostro.

-¿Enserio lo vas a bautizar así? -su sonrisa era algo parecido a la luz del sol por la mañana- Eres increíble, Des.

Y cuando dijo mi nombre, fue como una sensación de alivio y plenitud. Tan fuerte, que por un instante pensé que estaba en el mismo cielo. Tragando saliva, sentí de nuevo sus labios sobre los míos y la yema de sus manos, estaban recorriendo de arriba hacia abajo mi cuerpo. Claramente lo estaba explorando como si realmente, yo fuera su tesoro más preciado.

El bibliotecario y el guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora