1. UNO

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A veces - por no decir siempre - el Inframundo era un lugar frío y desolado, la muchedumbre de almas que deambulan allí es simplemente colosal.

Pero nada nunca salía de lugar, siempre era tranquilo, en lo que cabe. Eso se debía principalmente al rígido y estricto gobernante que dominaba esas tierras, el dios de la muerte. Conocido por los mortales como Hades, cuyo nombre real era Shoto.

La dicha de los dioses era grande. Tan grande que no se negaban los placeres carnales que podían tener.

Zeus, dios soberano del Olimpo era claro ejemplo de esto, definitivamente era el más golfo de los dioses, quizá estaba a la par de Poseidón. Pero ese no es el tema.

La diosa Demeter llevaba en su vientre al siguiente hijo del rey del Olimpo y tiempo después dió a luz a un bello niño de cabello verde oscuro y preciosos ojos de esmeralda.

El día de su cumpleaños décimo quinto, una fiesta en su honor se hizo.

Su cabello estaba adornado con bellas y diminutas flores flancas.

El precioso niño pasó toda su niñez rodeado de la belleza que su madre producía con tanto ímpetu.

A medida que crecía, su belleza lo hacía también. Sus ojos grandes eran custodiados por largas pestañas que lo hacían lucir muy delicado. Sus mejillas y nariz estaban completamente salpicadas en pecas que le daban un aspecto dulce, su cabello plagado de rulos, imposible de peinar lo volvía totalmente bello.

Ni hablar de su cuerpo, pues parecía una obra de arte. Delgado pero bien trabajado, sus músculos no eran exagerados ni nada por el estilo, sino solo estaban bien definidos y parecían delicados. Gipsófilas para ser exacta.

Los dioses contemplaban la belleza y magnificencia del hijo de Zeus, tan delicado y lleno de gracia, amable u bondadoso. Pues como no, si en su vida había conocido solo cosas bellas.

Shoto contemplaba desde la distancia como el chico jugueteaba con una mariposa entre sus dedos, tan amable que hasta un pequeño insecto temeroso se le acercaba con confianza.

Sin que pudiera notarlo, el bravo perro, Cerbero huyó de su lado, corriendo en dirección al pequeño quinceañero. Pero sin que nadie lo notara. Así que Shoto se vió forzado en parar eso.

El perro saltó a los brazos del chico, quien apenas lo vió y se maravilló con él, demostrando su amor por los animales acariciando dos de sus tres cabezas

— Eres hermoso — Le sonrió al animal, quien al parecer le había devuelto la sonrisa. Persefone al notar que el dios de la muerte estaba a su lado, custodiando que su perro no la hiriera, sonrió y le dirigió la palabra — ¡Es un animal encantador! — exclamó él chico.

Hades le regaló una media sonrisa.

— Aterrador querías decir. — lo corrigió y acarició la tercera cabeza del perro.

— Y vaya que lo es — Contesto con sarcasmo.

Ambos sonrieron.

Quedaron un rato en silencio hasta que Shoto volvió a iniciar otra conversación.

— Este lugar es horrible — Murmuró para él. — Todo es tranquilo, no hay nadie sufriendo o lamentando sus pecados. — concluyó.

Izuku notó inmediatamente que sus definiciones de "hermoso" eran en su totalidad distintas.

— Es hermoso dependiendo de cómo lo mires — habló el chico aún mirando al terrible perro que, a sus manos era la criatura más dócil. — Usted... ¿Usted también tiene muchos amoríos? Cómo mi padre — Izuku cruzaba los dedos para que su recién conocido no lo decepcionara, ni siquiera sabía por qué no quería que él lo decepcionara, pero así se sentía.

Shoto suspiró y rodó los ojos.

— Todo mi amor y dedicación es para Cerbero — y no era broma.

El corazón de Izuku se estremeció ¿Realmente el dios de la muerte no tenía un amor dueño de su corazón? Ni siquiera notó cuando la sonrisa se pintó en sus labios.

— Deja de hacer eso. — Le dijo el mayor.

Persefone no entendió

— ¿Uh... Hacer que cosa? — pregunto inocente. Hades sonfuo6. Ya era hora de irse

— De mirarme de esa manera — sonrió ligeramente tomando una de las diminutas flores que creció en el césped, acercándola a él para que la tomara — Este es tu obsequio ¿Está bien?

Las mejillas precosas de Izuku se volvieron rosadas en un segundo, tomó la flor maravillado y la contempló con ternura.

Al levantar la mirada ya no habían rastros del dios de la muerte l de su perro bello.

La flor empezó a quemarse, la llama de fuego no la destruía, solo la bordeaba.

Estaba feliz, inexplicablemente feliz.

Todo lo que había oído hablar de él, Shoto... No era ni siquiera cercano al hombre que acaba de conocer.

Y eso le fascinaba el corazón.

Inframundo [TODODEKU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora