Bienvenidos a una Gran Familia

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Nueve meses después.

— ¡Bella tranquilízate, por favor! Si no te tomas de una vez el relajante, te desmayarás y te perderás el parto—Narcissa trataba de ayudar a su hermana que no paraba de vomitar, abrazada prácticamente al inodoro del Hospital "Valley"

—Estoy aterrada, Cissy—confesó, entre arcadas.

— ¿Por qué tendrías que estarlo?—preguntó sosteniéndole el pelo y pasando una toalla húmeda sobre su frente—. Este tendría que ser el día más feliz de tú vida, Bella.

—Pero...pero... ¿Sí salen como yo? ¿Y sí en sus venas corre la...maldad?—fue hasta el lavado y mojó su rostro con abundante agua.

—No será así—aseguró—. Esos niños tendrán a las mejores madres. Serán criados con amor, no como nos criaron a nosotras—la consoló, abrazándola—. ¡Ahora, dame esa capa! ¡La ensuciaste toda!—y obligándola a tomar la poción relajante, la arrastró hasta la puerta— ¡Vamos, Bella! ¡Tienes que entrar y estar con tú mujer! Nosotros esperaremos afuera.

— ¿Bella? ¿Bella, donde estabas?—Hermione estaba acostada sobre la camilla, con sus piernas levantadas en posición, prontas para el parto.

Enfermeras iban y venían, preparando todo a gran velocidad.

— ¡Vomitando!—dijo blanca del susto. Se acercó lentamente y le sostuvo la mano.

— ¿Vinieron todos?—quiso saber en medio de una contracción tan fuerte que creyó por un momento que le había lastimado la mano a su amor de tanto apretársela, pero Bella ni se había inmutado, seguía petrificada. Seguía con esa sensación de estar a punto de perder la conciencia en cualquier momento, a causa de los nervios.

—Sí, están todos—logró decir—. Y unos cuantos entrometidos.... ¡También!

—Aaaaaaa, ya vienen—gritó, mientras el Medimago la incitaba para que pujara más fuerte.

Después de unos minutos de gritos, apretones de manos y sudor, llegó el primer llanto inundando la pequeña sala.

— ¡Es un varón!—felicitó el hombre, cortando el codón umbilical y entregándoselo a la enfermera.

Bellatrix soltó con cuidado la mano de Hermione y se acercó a conocer a su primer hijo.

— ¡Oh, por Merlín! ¡Es hermoso!—exclamó, girando su rostro a su amada, que lagrimeaba de felicidad—. ¿Puedo cargarlo, ya?—le preguntó a la enfermera que lo estaba limpiando para vestirlo.

—Sí quiere puede cambiarlo usted—ofreció la mujer mayor.

Hermione miraba atenta como Bella se debatía sí debía hacerlo o no—. Amor...no se romperá sí lo tocas—la animó.

El Medimago les informó que el trabajo de parto para la segunda bebé tardaría aproximadamente quince minutos. Y aunque las contracciones no cesaban, la castaña no perdía detalle mirando a sus dos amores. Que pronto serían tres.

Las manos le temblaban, nunca en su vida había visto algo tan hermoso y era de ella...de ella y de la mujer más maravillosa que la vida le había regalado.

La enfermera notó su nerviosismo y decidió ayudarla. Entre las dos le colocaron un conjuntito color blanco, con un tierno oso color celeste al frente

—Tráemelo, Bella. Quiero verlo—pidió.

La azabache lo cargó con delicadeza y lo llevó para colocándolo en los brazos de su madre.

— ¡Es perfecto! ¡Míralo, es hermoso!—emocionada besó una y otra vez las manitos diminutas.

Mi inesperada familia del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora