❍ ೃ࿔ 𝒯𝑜𝑔𝒽𝑒𝓉𝑒𝓇〙

〘 prólogo 〙

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Era evidente, su día no podía ponerse peor.
Había llegado a un lugar que, visualmente no era muy bonito, se vio obligado a ser separado de sus hermanos, y cuando pensaba que nada de eso podía ser tan malo, lo llevaron a una habitación con un niño que no paraba de llorar.

Solo veía como aquel niño se removia entre sus sábanas y pegaba grititos llamando a su madre, Kou, con su mente aún inocente y sin tener la menor idea de que hacer, solo se le quedaba mirando, deseando que todo lo que pasaba en ese entonces fuera solo un sueño, y que en la mañana siguiente despertaría y todo volvería a la normalidad.

Un sueño, si, solo eso. Pero la realidad era otra.

El internado Kamome se encargaba de aquellos niños huérfanos de familias reconocidas y adineradas, los Minamoto eran parte de ellos, y para mala suerte de Kou, llevaba ese apellido en su nombre.

Pertenecer a los Minamoto no era malo, el problema venía cuando tus padres morían o simplemente ya no se podían hacer cargo de ti. El caso de Kou y sus hermanos.

Sin previo aviso el niño envuelto entre las cobijas salió a la vista de Kou, ambos se miraron por unos segundos para después volver a voltear sus miradas rápidamente, dejando la habitación en un silencio abrumador.

— ¿Te encuentras bien? — pregunto Kou con las mejillas arreboladas y el miedo de ser rechazado por el contrario, a flor de piel.

El niño de la cama de a lado se secó sus lágrimas con la manga de su abrigo, el cual le quedaba bastante grande. A pesar de sus esfuerzos por secarse, sus mejillas aún seguían húmedas. — ¿Te parece que estoy bien? — respondió sarcásticamente, para haber llorado por varias horas seguidas, este parecía estar en buenas condiciones.

A Kou no le molesto la respuesta, tampoco lo tomo como un insulto, solo le incomodó y se dio cuenta que no estaba tan mal como el pensaba, lo cual hizo que de cierta forma se alegrará.

— ¿Cual es tu nombre? — pregunto curioso. El frío de la víspera de navidad entraba por las comisuras de la ventana y lo hacía poner ansioso, este se acercó a su "nuevo amigo" y depósito sobre sus hombros una sábana más.

— Sousuke, Mitsuba Sousuke.— sonrio dulcemente para el rubio, este le correspondió la sonrisa y acercó su mano a su mejilla.

— No llores ¿si? Mañana es navidad. ¡Además todo esto es un sueño, y seguramente podrás ver a tu madre pronto!

Sousuke lo miró con confusión, era obvio que esto no era un sueño, pero lo dejaría pensar así para que no se sintiera tan mal. – ¿Que tan ridículo tienes que ser? — río levemente.

Ambos niños de siete años se encontraban atrapados por el frío y la tenue luz que los iluminaba, pero podían encontrar compañía con el otro, no se podían sentir solos del todo.

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