Noche del veinticuatro de diciembre, el clima es frío afuera en contraste a las cálidas familias que disfrutan de una buena cena, una fecha importante y promesas que desean no romper, corazones en regocijo y sobre todo, mucha comida. Exquisitos platillos son depositados sobre la mesa; pero no sobre una cualquiera, esas familias no vienen al caso y es que hablamos del peculiar matrimonio de dos individuos, Jeon Jungkook y Kim Taehyung. Es un orgullo para ellos decir que llevan dos años de casados, que se aman. Se aman con locura y es inadecuado el intentar negarlo.
Con las velas en alto y el mantel perfectamente colocado, Jungkook esbozó una sonrisa. Acomodó el gorrito de navidad sobre su cabeza y fue en busca de su marido, saliendo de la cocina para luego subir unas escaleras extensas, claro, sin antes haber felicitado a la cocinera que habían contratado especialmente para esa noche. Esto se ve increíble, gracias. Le había dicho de una manera gentil, que si bien no era propio de sí mismo, ese día en especial lo tenía por las nubes. Además de celebrar la navidad, la realidad era que la pareja estaba de aniversario y eran exactos los dos años desde que habían contraído matrimonio, ¿cómo no estar feliz? Las cosas con Taehyung estaban de maravilla. En ningún momento pasó lo que tanto temió en un principio, cuando la gente le hablaba y decía que posiblemente no debía casarse, que no debía aceptar la propuesta y estuvo a nada de parar con todo e irse donde nadie pudiera encontrarlo, porque tenía miedo, estaba angustiado y por completo inseguro. ¿Y si les pasaba como a otras parejas, que se casaba y luego de unos días caía en cuentas de que nada sería como pensó, como anhelo que sería? ¿Y si Taehyung se daba cuenta de que él no era lo que en verdad necesitaba? Se planteó tantas cosas, quizá unas más concretas y otras más surreales, rozando la incoherencia de un demente. Pero ahora podía agradecer infinitamente al cielo de haberle dado las fuerzas de no mirar atrás en aquel entonces, de lo contrario no estaría ahí, con esa sonrisa boba y una plenitud que parecía invadirlo cada vez más.
Abrió la puerta de la habitación y asomó su cabeza lleno de diversión, pasando la mirada por toda la estancia hasta chocar con otro par de ojos que lo veían con cariño.
─¿Qué haces ahí? Ven.
Jungkook sonrió en grande y acató, cerrando la puerta detrás de él para acercarse a su esposo, quien ahora mantenía un ceño ligeramente fruncido mientras batallaba con el nudo de su corbata. Jeon quitó sus manos con lentitud y besó su mejilla.
─¿De nuevo matándote con eso? Ya no me sorprende─rió por lo bajo para tomar la fina tela entre sus manos y comenzar a atar un nudo uniforme, de manera que quedara perfectamente colocado debajo del saco negro.
Taehyung se encogió de hombros, pasando una mano por sus sedosas hebras oscuras antes de inclinarse y depositar un dulce beso en los labios ajenos.
─Fresa, ¿no?─susurró luego de unos segundos.
Jungkook lo observó a los ojos antes de pasar las manos por su cuello, dando leves caricias a la par que una sonrisa juguetona se formaba en su labios. Remojó los mismos con una mínima pasada de lengua y volvió a besar a Taehyung, dejando varios piquitos en el acto.
─Bálsamo de fresa, sí. Es tu favorito.
─Me encanta, cariño─Kim volvió a unir sus bocas con una pasión más pronunciada, pasando sus manos por la cintura ajena y apretando. Deseos de posesión a los cuales Jungkook se había acostumbrado, y que de hecho, le fascinaban.
─Yah, para, ¡para!─Soltó una carcajada cuando Taehyung se atrevió a pasar su lengua por sus labios, para luego llegar a su cuello y volverse constante, lo cual provocó que las cosquillas lo invadieron. Jungkook siempre tuvo esa debilidad y su esposo lo sabía de sobra.
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dulce híbrido さ : vminkook ◞
Fanfiction«Te compramos en beneficio propio así que, ¿por qué tendríamos piedad de ti, gatito?» Una red de la cual no puede salir, el dolor de la traición y la agonía de los recuerdos que se agitan en su memoria, queriendo escapar del baúl donde se guarda el...