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POV. Louis

Sabía que dejar volver a Harry al mundo mortal no había sido la mejor idea, pero al verlo a apuntó de quebrar en llanto frente a mi por el miedo de no volver a ver a su madre, no me quedo otra opción que aceptar.

No había sido tan difícil. Minutos antes de llevar a Harry había tenido que hacerle una pequeña visita a su madre, donde le expliqué que volvería su hijo hoy, pero que a la mañana siguiente volvería a partir. Fue cuestión de segundos para que ella lo entendiera y aceptara.

Era una mujer demasiado agradable, tenía el cabello color chocolate al igual que Harry, y a pesar de que yo fuera un simple desconocido, me invitó a pasar a su casa, donde me dio de unas galletas caseras recién horneadas.

Después de eso tuve que pedirle ayuda a un viejo amigo, un pegaso. Son caballos alados y descendientes de Pegaso, fueron creados por Zeus hace ya varios años, y ya que mi padre es el señor de los caballos, me veo beneficiado al poder hablar con ellos.

Solo tuve que silbar para que <<Jack>> llegara a mi, un viejo pegaso que me seguía desde niño. Su cabellera era cafe al igual que sus alas y media aproximadamente dos metros de altura, demasiado majestuoso en realidad.

<<Comenzaba a creer que me habías olvidado>>

Dijo una vez que aterrizó a nuestro lado. La expresión de Harry era impresionante. Sus ojos brillaban y su boca estaba entreabierta. Amaba la expresión de Harry cada que le mostraba algo nuevo, motivo por el que no podía parar que hacerlo. Le quería enseñar cada cosa <<mágica>> que tenia solo para ver como su sonrisa se ampliaba y sus ojos conseguían un brillo hermoso.

—Bueno, eso no es verdad.

<<¿Quien es el mortal que te acompaña?>>

—Demasiadas preguntas por hoy Jack —evadí su pregunta—. Ahora llevamos a Londres. Doncaster para ser específicos, ¿podrás llegar?

El solo relinchó como asentimiento. Harry me miro confundido.

—¿Hablaste con él y él te entendió?

—Eres un buen observado. Ahora sube.

Lo ayude a subir en Jack con cuidado. El pegaso fue comprensivo ya que se inclinó sobre sus patas para facilitar el acceso a Harry. Le advertí que se tendría que sujetar bien de mi si no quería caer al vacío. Los pegasos pueden viajar a una velocidad aún más rápida que la de un ferrari, demasiado apto si llevas prisa en realidad.

Durante todo el viaje sentí el agarre aferrado de Harry a mi cintura, y cuando le daba pequeñas miradas, podía ver como cerraba sus ojos para dejar sentir el aire en su rostro. También note que evitaba mirar hacia abajo, tal vez por miedo.

En cuestión de minutos estuvimos fuera de la casa de su madre. La gente pasaba a nuestro lado y nos miraba demasiados confundidos, probablemente la Niebla les mostraba a dos hombres montados en un caballo, nada común en Doncaster.

—Estarás bien —le dije, pero en realidad era yo quien se quería convencer de eso—. No salgas de casa y cierra puertas y ventanas. Mañana yo seré quien venga por ti, ¿bien?

—Si papá —respondió burlón.

Sonreí y le di un abrazo. Me hubiera gustado besarlo una vez más, pero sabía que nada aquí era igual que en el monte Olimpo.

—Estaré bien —me repitió.

—Lo se.

Me dio un corto beso en la mejilla dejando que las suyas se ruborizaran antes de dar media vuelta y entrar rápidamente a su casa.


Άλυμπος (Olimpo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora