El resto de la noche se dedicó a investigar un poco más acerca de su nuevo inquilino. Le mostró el libro que apenas hace algunos instantes estaba leyendo y cortó un poco de fruta para él, no tenía mucho que ofrecerle pero en definitiva Mengyao lo agradeció en demasía.
Llevaba cautivo tanto tiempo que el vendaje en su muñeca lucía sucio y eso pudo notarlo fácilmente el pelinegro, mas no hizo preguntas, ya después podría husmear un poco más en ese asunto. Por ahora solo deseaba ver al chico bien alimentado y tranquilo, lo que logró con aquellas pocas rebanadas de jamón y manzana, que era todo lo que al parecer le apetecía.
Con el pasar de las horas la nevada tomó más fuerza y la calefacción no era lo suficientemente fuerte como para mantenerlos a temperatura por lo que Lan Xichen decidió ir directo a la cama y extender en la misma otro par de cobertores.
Para entonces Mengyao llevaba una pijama improvisada con la abrigadora ropa del más alto, aunque obviamente le quedaba grande, pero eso tan solo lo hacía estirar sus brazos y sacar las manos a cada momento que necesitaba.
— Er-ge, ¿qué estás haciendo?
Preguntó el castaño al ver cómo su salvador se retiraba el abrigo que llevaba puesto y aflojaba el cinturón en su cintura.
— Voy a cambiarme, no pensarás que dormiría con esta molesta ropa puesta.
El chico alzó las cejas ya cómodo entre las cobijas y miró atento como el contrario se deshacía de la ropa poco a poco.
Sus pectorales y el bien definido cuerpo que tenía hablaban bastante de su fuerza al igual que la marcada musculatura de sus brazos que fue más notoria cuando llevó sus manos a descubrir el par de orejas puntiagudas que desentonaban tanto con el oscuro color que llevaba su cabello.
Lan Xichen tampoco era humano.
— ¡Er-ge!
— ¿Uhm? ah, esto... creo que no somos muy diferentes ¿verdad?
Volteó a verle con una sonrisa y tras el delicado movimiento de sus orejas, Xichen dejó que un destello suave rebelara la prominente ornamenta que adornaba su frente año con año y que ahora había dejado sorprendido al pequeño zorro que no dejaba de mirar.
— ¿Lo ves? Te dije que yo podría protegerte.
— Es así...
Bien sabido era entre las criaturas salvajes que los ciervos eran una especie majestuosa, casi como dioses esparcidos sobre la tierra. Sabios protectores de la naturaleza y lo que la rodeaba así como poseedores de un carácter gentil y comprensible.
Xichen era uno de ellos, una criatura mítica que jamás había esperado encontrar perdido ante la crueldad de los humanos que tan solo buscaban a los indefensos para beneficio propio.
— ¿Dormimos?
— Sí.
Solo faltó una túnica que cubriera nuevamente ese cuerpo digno de un dios para que ambos estuvieran cobijados bajo las mantas que ahora adornaban la cama y la volvían un lugar cálido y agradable para ambos.
— ¿Estás cómodo, Yao?
— Sí lo estoy, gracias.
Aun se mantenía un poco tímido hacia él y eso Xichen lo entendía, sin embargo los ciervos eran criaturas increíblemente perceptivas y bajo la manta logró sentir como el cuerpo del más joven seguía tiritando un poco. "Era obvio" pensó, este pequeño viene de un lugar tan cálido que el frío debe afectarle demasiado. Por ello no dudó mucho en acercarse un poco más y deslizando sus brazos por los costados del pequeño zorro, lo atrajo hacia su formidable cuerpo.
— Puedes quedarte tan cerca como quieras, debe estar haciendo mucho frío para ti.
— E-Er-ge, en verdad estoy...
Y tal cual él lo había silenciado momentos antes, ahora los labios de Lan Xichen eran quienes habían robado las palabras de la boca de Mengyao. Un toque suave, cálido y sutil, un beso que le calentó todo por dentro y que aceleró ese pequeño corazón que guardaba en el desprotegido cuerpo de un indefenso zorro.
Esta vez la separación duró tan solo un par de segundos antes que el más bajo buscara ese calor de nueva cuenta y así sus brazos se aferraron a la túnica que cubría el cuerpo del animal a su lado.
Si la serie de besos no alcanzaban para deshacerse del frío que había provocado el invierno las caricias de sus manos deberían bastar para que el cuerpo del menor tomase el calor que necesitaba.
Como una pequeña danza sus besos fueron volviéndose más progresivos y en un instante sus lenguas ya se encontraban rozándose delicadamente entre si. No podía entender que era ese sentimiento de amor y familiaridad que sentía al ser abrasado por el hombre de la gran cornamenta pero después de haber estado cautivo tanto tiempo eso era lo que más necesitaba.
Fue así que al esfumarse las luces sus cuerpos se entregaron mutuamente como si aquello fuese tan natural y al mismo tiempo tan desconocido para ambos, dejando en el pecho del ciervo un cálido sentir que no se comparó con nada de lo que había sentido todos esos años mezclado entre los humanos.
Esa noche sería el comienzo de lo que él conocía como "su destino" y sin duda dejaría que el tiempo los guiara hasta el final de aquel encantador inicio sucedido tan solo cuando llegó hasta su vida...
Una Dulce Nevada.
-NOTAS DEL AUTOR-
Llegamos al final y aunque es corto espero haberlo echo bien!
Muchas gracias si llegaste hasta aquí ~
Pasen una bonita navidad y próspero año nuevo! ♥
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"DULCE NEVADA"
RomansaIntentando escapar de un destino desconocido una figura enterrada bajo la nieve llama la atención del hombre que bebe café dentro de su cabaña. Mengyao piensa que es su fin cuando sus ojos se cierran pero estará cerca de descubrir lo que una nevada...