Capítulo 24

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  • Dedicado a Para todos los lectores
                                    

Parece que las cosas no salen como uno piensa o quiere, me duele en alma no haber podido entregarme a Dymas.
Me han dolido sus palabras, solo me ve como una enferma, maldita sea, que culpa tengo yo que me halla tocado esta papeleta, yo pienso que debería, claro como lo va a saber si no ha pasado por ello.

Con la moral por el suelo, con mis pequeñas gotas  recorriendo mis pómulos subo hacia a mi habitación, por mitad del camino me encuentro con mi nana que me dice que mi padre me espera para desayunar.

Muy bien, apenas he podido dormir y ahora una charla con mi padre, que bien voy.
Me meto en la ducha, tardo todo lo que puedo, muchas ganas de ver a mi padre no tengo desde luego, seco mi cabello me pongo algo ligero de ropa y bajo al salón donde me espera mi padre sentado en la mesa con sus dedos entrelazados, le doy un beso rápido en la cara, me siento todo lo rápido que puedo en la mesa esperando que mi padre comience  a pegarme el sermón del día.

-—Denisa, buenos días, te he echo llamar porque quiero hablar contigo sobre una decisión que he tomado, no se como la aceptes, espero que bien.— Se aclara su garganta varias veces, se ve tenso yo diría que hasta incómodo, no sé.

-—Papá, cuando quieras puedes hablar te escucho.

—-Hija, yo he tomado la decisión de  volverme a casar. Sé que te dije que no lo iba hacer, pero me he enamorado y deseo compartir mi vida con esa preciosa mujer.

—Pero papá es maravilloso— me abalanzo sobre mi padre dándole besos.

—Vale, vale, no seas besucona.

— Y...¿eso era lo que te preocupaba? Por favor, tengo veinticinco años, ya no soy la misma, y estoy de acuerdo que te cases, eres un hombre jóven has pasado muchos años solo con el recuerdo de mamá ahora te toca a ti vivir.

—Denisa, la mujer con la que  me pienso casarme...es...Macarena...-me interrumpe mi padre.

-¡¡¿Cómo?!!, ¿Macarena, la madre de Dymas?

—-Si hija, la misma. Nos hemos estado viendo a escondías estos años, en mi último viaje le he propuesto matrimonio.

Mis puños se contraen, mi ceño se frunce, dejo a un lado mis nervios para dejar entrar mi ira una furia que descargo contra mi padre.

—-¿Es que no había más mujeres? Ahora lo entiendo todo, por eso me separaste de Dymas, para que tú pudieras estar con su madre.

-—Cállate no sabes lo que dices, Dymas no quiso cargar contigo.

-—Por qué tú le dijiste que me estaba muriendo, normal que no quisiera saber nada de mí,  si tú lo planeastes todo, por eso me hiciste novia con Mauricio, un hombre que no quiero, que ni si quiera me atrae como hombre. Me trataste como una moneda de cambio, sin importante mis sentimientos, yo quiero a Dymas y que sepas que me he acostado con él.

Mi padre me da un bofetón llamándome de todo menos guapa, yo sigo con el dolor de mi cachetada en la mejilla, miro fijamente a mi padre, cuando acaba de ponerme verde, muy despacio pronunciando cada palabra le respondo:

— Tu eres el causante de mis problemas, sólo te has limitado a comprarme, y en realidad padre, los sentimientos no se compran.

Con toda mi furia me voy, dejando a mi padre atrás todo consternado, gritando mi nombre.
Me monto en mi coche, pongo la radio a todo volumen, necesito escuchar algo que no sean los gritos y esas palabras tan hoscenas que mi padre me ha dedicado.  
Lo entiendo todo, las piezas del puzzle empiezan a encajar, pero que tonta fui en confiar en él.

Llego al apartamento de mi novio, no tengo donde ir y no me apetece volver a mi casa. Voy subiendo por las escaleras necesito quemar calorías ya que estoy que hecho chispas.
Abro la puerta, dejo las llaves en el jarrón del recibidor quedándome quieta  haciendo oreja escucho ruidos, voy a la cocina cojo un cuchillo el más grande que hay, sigo haciendo oreja y parece que los ruidos son..joder..gemidos..mi novio me la está pegando, será desgraciao.
Camino muy lentamente, llego a la puerta la abro muy despacio.
¡Dios mio! ¿Pero que están viendo mis ojos?
Mi novio engañándome con otro hombre.

Abro mis ojos todo lo que puedo, miro fijamente la escena, hasta que me recupero un poco, alzando mi voz digo:

— Oye chicos si queréis hacemos un trío, porque me habéis puesto a caldo.

Los dos voltean sus cabezas cuando escuchan mi voz, se quedan blancos, a mi solo me da por reír no lo puedo remediar.
Me echo a reír mientras ellos me miran como cara y a "esta que le han dado".

Me salgo  fuera, ya más relajada me siento en una banqueta, Mauricio es el primero en salir de la habitación tan solo lleva unos pantalones puestos.

—-Denisa, yo...—comienza temblando a contarme lo ocurrido supongo.

-—Mira Mauricio— lo interrumpo— yo pensaba que había más confianza entre nosotros, pero..¿por qué no me contaste que eres gay? Cabronazo.

—Es que..no es fácil..lo lamento Denisa, te engañado con Abel, lo siento mucho de verdad me da mucha vergüenza, he intentado explicártelo pero no podía.

—Bueno aquí estoy, explícamelo—me cruzo de brazos.

—-Hola Abel soy Denisa.—saludo en tono burlón.

-—Buenos días Denisa.—Me saluda el pobre todo rojo por la vergüenza.

—Denisa te vuelvo a pedir perdón, lo siento mucho.

—-Tranquilo Mauricio, sabes te entiendo, yo acabo de tener un broncazo con mi padre. ¿Te acuerdas de Dymas, ese chico que me gustaba?

—Sí, me hablaste de él en alguna ocasión.

—Pues he estado a punto de acostarme con él, y al final no lo he hecho y todo porque no quería engañarte, y mira lo que me encuentro, chico si yo hubiera sabio esto...—no lo puedo remediar pero me vuelvo a reír, Abel me acompaña, Mauricio mirándome sigue sin saber qué ocurre.

-—Denisa, no te pude decir nada por mi familia, sabes que es muy prestigiosa, mis padres no soportarían saber que tienen un hijo gay. He intentado hablar con ellos pero nunca me escuchan, por eso nos hicieron novios, por negocios. Mi padre necesitaba vender y tú padre comprar, a cambio nos hicieron novios para que todo quedase en familia.

—Ya — digo todo enfadada- —Creo Mauricio que ambos hemos sido víctimas de los hechos de nuestros padres, ni tú ni yo tenemos la culpa.

-—Gracias por entenderlo—-me dice Abel.

-—¿Y ahora qué va pasar?—-pregunta Mauricio intrigado.

-—Pues nada, seguimos como hasta ahora, más adelante romperemos la relación. —-me encojo de hombros.

-—Denisa eres genial —me da un fuerte abrazo Mauricio. Al separarse de mi, me comenta que le gustaría ser mi amigo.
— Eres un mujer muy especial. Y tonta has sido por no haber hecho el amor con el amor de tú vida.

—-Ya, así somos las mujeres, tengo veinticinco años y mírame aquí sigo intocable.— Ante mi comentario nos echamos a reír.
Ante la buena armonía y el haberme enterado de lo que ocultaba Mauricio, cosa que me alegro, porqué  en varias ocasiones pensé que no le atraía como mujer, decido pasar el día con ellos y poder conocer a fondo la historia, una historia que me deja sin palabras.
Y otra cosa que me preocupa es la maldita  imagen que tenía de mi padre ha resultado que era un reflejo que para mí se ha roto en mil pedazos.

No me Juzgues, Ponte en mi lugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora