𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 IV; Miedos

109 19 25
                                    


No había dormido nada desde que salió de Southampton, pensando una y otra vez ¿que diría?, ¿que haría?.

Tenía un guión en la cabeza, aprendiendo sus líneas. Tenía muchas cosas que decirle a Clyde, quizá un lo siento, en primer lugar, uno que sea sincero.

Cerró los ojos por un momento, tratando de visualizar escenarios, algunos donde pudiera hablar con el, aunque seguía siendo una cobarde. Pero Rose tenía razón, tenía enfrentar las consecuencias de sus actos, haberse ido de Virginia Occidental sin siquiera decir adiós, huyendo de algo, le pasaría factura. A lastimado a tanta gente que se siente miserable..

Podía sentir sus brazos rodeandola, mientras bailaban en la pista improvisada que Earl monto en su jardín trasero. Annie's song de John Denver sonaba al fondo. Su lindo y sencillo vestido de novia, regalo de la Señora Padmé Amidala. El era alto y delgado y ella encajaba bien en su pecho. Se sentía protegida junto a el. Sentía su latir junto al suyo. La tonada paso a Sunshine on My shoulder y le beso la cabeza. Todo aquí era sencillo, los invitados todo.

La dulce voz de Mellie, la pequeñita hermana de Clyde para exigir un baile con el. Rey sonrió ante lo lindo que era todo. Se sentía feliz y completa tenía una familia, una familia maravillosa.

»Pasajeros con destino de Charleston, estamos por aterrizar, abrochen sus cinturones....... «

La voz de la azafata la trajo de vuelta a la realidad, una donde no estaba más completa, ni siquiera feliz del todo. ¿En que momento Rey dejó de sentirse así?. Muchas veces intento volver y recuperar lo que tanto amaba aquí. Pero sabía que eso era imposible.

➹♡➷

Tomaría el autobús hasta Summersville, ya que no había otro medio de transporte y no quería hacer viajar a Earl hasta el aeropuerto.

Otro viaje de algunas horas, el día seguía con luz. Miro por la ventana y veía las montañas y la vegetación, había cosas que no cambiaban en realidad. Comió un pequeño snack cuando su celular sonó. Era Earl.

•••

—Hola Sunflower. ¿Ya estas en el aeropuerto?. —se oía tan animado.

Rey mordió su labio, seguro querría ir por ella. —Earl, ya voy en el autobús. Estoy como a una hora de la estación. Llegando pediré un taxi.

—¿Un taxi?. Estas loca. —la regaño. —mandaré por tí. —Rey estuvo a punto de protestar. —Y no, no espero una negación.

Rey sonrió ante eso, Earl era su familia y siempre se preocuparía por ella, por su Sunflower.

—Está bien, anhelo darte un gran abrazo. —se despidió.

•••

Llegó a la estación de autobús, sus maletas eran algo pesadas, pero la ayudaron hasta llegar al sitio de espera. No podía dejar de ver el lugar, era exactamente como lo recuerda, verde, lleno de vida y el sol lustroso en el cielo. La última vez que estuvo aquí le dijo adiós a todo esto, negó ante su propio miedo y repitió en su cabeza lo que tenía que hacer, aunque también tenía a Rose diciéndole que no todo es como una agenda, la vida real es más complicada. Y vaya que Rey sabía de eso. Complicarse la vida era su segundo apellido.

Una vieja camioneta hizó sonar su claxon, Rey no sabía quien era hasta que se aparcó justo a su lado. Rey sonrió de oreja a oreja cuando miro a la mujer dentro del auto.

—Señora Leia. —chillo de emoción Rey.

—Me dijo un pajarito que querrías un paseo por las rocosas del viejo Johnson. —bromeó cómo siempre.

Dos Bodas Y Un DivorcioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora