Yushinelol
Unos pasos sonaron en una larga escalera, profundos y huecos que penetraban al oírlo, con un ambiente silencioso, ni siquiera un maullido se podía escuchar en la gran habitación. La puerta se abrió dejando a la vista a un pequeño y pálido cuerpo, casi femenino, atado con una gran cuerda roja carmesí al rededor de las pequeñas y pálidas muñecas.
- Oh, mi Piccolo... ¿Has descansado bien esta bella noche?-
Es lo único que se escuchó en la oscura habitación. Un joven con con cabellos oscuros y una sonrisa ladina en su rostro habló por segundo, con una voz más fuerte para llamar la atención del joven y, nada, otra vez, nada. Tomó con fuerza la cara del chico para levantarla, haciendo sonar un leve gemido de dolor del contrario con una mirada cristalizada.