Las Chicas de Nuster 1.5. Fue en tercer año de secundaria cuando la conocí, con su piel morena y su pelo trenzado; mentiría si dijera que desde ese momento supe lo que significarìa para mi. No fue hasta los 16 años que me di cuenta de que ella buscaba siempre mi mirada, y me gustaba que lo hiciera. Nos enamoramos. Me enamoré de una chica, y mis padres no los supieron entender. Para resumirlo, puedo decir que intentamos escapar juntas, no lo pensamos demasiado, solo queríamos ser felices; pero la felicidad tiene un precio. El precio fue su vida. El precio fue quedarme en una silla de ruedas. El precio de la felicidad, era no ser feliz. No tengo muy claro el hilo de sucesos que me llevaron hasta aqui. Me separé de mis amigos para no sufrir, todos me recordaban a ella. Mi vida era una nube gris hasta que llegó el, con sus humor de perros, y sus verdades cortantes. Lo cambió todo en meses; me cambió a mi en meses. Soy Gin. Ginevra. Y esta es la historia de como volví a ser feliz. ¡Ah, sí! ¡Lo olvidaba! Tambien es la historia de como descubrí que era bisexual.

Segunda historia de la Saga: Las Chicas de Nuster. 2022

(...) Finalizó la llamada, un camión apareció zigzagueando y lo siguiente que se sabe es que Lena se golpeó la cabeza tan fuerte que no logró salir para contarlo y Gin, ella tenía que andar permanentemente en una silla de ruedas; parece que los golpes dañaron su columna vertebral. Normalmente este sería el final de la historia, el final trágico, ligeramente inconcluso; pero no, es aquí donde realmente empieza la historia de Dylan Woods. Durante un año, estuvo asistiendo a terapias para poder sobrellevar la muerte de su amiga, se volvió una experta en fingir que todo estaba bien frente a sus padres y hermana, incluso logró zafarse de la odiosa terapia, lo que ninguno de sus familiares sabía, era que Dylan estaba más rota que eso, desde que supo la noticia, se había refugiado en los cigarrillos que en algún momento le ofrecieron calma y que ahora le ayudaban a liberar el estrés. Dylan se fue del equipo de fútbol, y sus tardes eran encarceladas en libros y, una vez más, cigarrillos(...)