Ocho años atrás, el fuego lo consumió todo: los experimentos, los recuerdos... y a su madre. Caitlyn Kiramman construyó su vida sobre las ruinas de ese hecho, sin saber que, al levantar la academia, también desenterraría a la única persona que jamás debió volver: Jinx. Criminal. Desquiciada. Y más obsesionada que nunca. Caitlyn la encierra, la interroga, intenta quebrarla... pero Jinx solo sonríe, habla en acertijos, juega con ella, desarma cada defensa con una palabra. Entre ambas nace un juego tan íntimo como letal, donde nada es lo que parece y todo duele. La comandante intenta controlarla, contenerla, entenderla... pero termina cayendo en su red, atrapada en un vínculo tan enfermizo como inevitable. Porque Jinx no busca escapar. Busca algo mucho peor: ser vista. Y Caitlyn, por más que la odie, por más que la tema... no puede dejar de mirarla. A ella. A la falla.

Ser la pareja de una terrorista hace al camino de la paternidad algo... curioso.

Saltó sobre ella con hambre, con la urgencia de quien ha pasado toda la vida vacía y de repente huele el único sabor que puede calmar su sed. Jinx reía, burlona, provocadora, disfrutando del efecto que tenía sobre la sheriff. ⏤¿Quieres comerme? ⏤preguntó, desafiante, con la sangre aún fresca en los labios. Oh... 𝘪𝘣𝘢 𝘢 𝘥𝘦𝘷𝘰𝘳𝘢𝘳𝘭𝘢.

En los rincones más oscuros de Piltover, los cuerpos aparecen una y otra vez, sin signos de violencia, sin rastros de lucha. Solo rostros congelados en éxtasis, corazones detenidos y el leve aroma a almizcle y sangre en el aire. Nadie entiende cómo mueren. Nadie, excepto ella. Caitlyn Kiramman, alfa letal y cazadora de élite, ha visto ese patrón antes. Cuando era solo una niña, su madre fue víctima de una criatura así. Desde entonces, no ha conocido amor, ni calma, ni deseo. Solo el deber y el odio hacia todo lo que nace del Infierno. Jinx, es de ese linaje demoníaco. Una súcubo omega como nunca se ha visto antes: cruel, desequilibrada, brillante. Se arrastra por los sueños de sus víctimas, susurra entre las sombras, y juega con los límites del deseo y la destrucción. Seduce por el placer de ver a los fuertes arrodillarse, justo antes de destrozarlos desde dentro. Cuando Caitlyn y Jinx se cruzan, no hay lugar para el engaño: ambas saben lo que son. Cazadora y presa. Alfa y omega. Redención y condena, orden y caos. Pero el juego cambia. Porque Jinx quiere seducir a Caitlyn... y Caitlyn quiere asesinarla. En un mundo donde amar a un demonio es traición y tocar a una cazadora es muerte, ¿quién ganará? ¿La que desea? ¿O la que odia desear?

Caitlyn pensó que una noche de sexo casual no tendría consecuencias... hasta que va a la casa de Vi y se encuentra con la chica con la que se acostó: nada menos que la hermana menor de su novia.

Jinx arrastra a Caitlyn a un juego del que no puede escapar.

Esto quizás sea un One-Shot o algo con más capítulos.

3 años desde la guerra de Noxus, las circunstancias vuelve a entrelazar el destino entre Caitlyn y Jinx.

Desde lo sucedido en el puente que conectaba a Zaun y Piltover, Jinx vio la ciudad del progreso con otros ojos, cada cosa relacionada a esa ciudad le hacía recordar la sangre de sus padres derramada por los vigilantes Su única prioridad ahora era acabar con cada vigilante o al menos la mayor cantidad posible, quería que corrieran con el mismo destino que ellos habían llevado a otros Nunca hubiese podido imaginar a su hermana con una vigilante, el tipo de personas que ella hacía sufrir, pero lo peor no fue aquello Lo peor fue que esa chica le atrajo curiosidad y quería hacer un poco caótica su vida ...

En una versión moderna de Runeterra, dos mujeres con vidas completamente distintas terminan compartiendo un mismo espacio.