Ruslan Oztürk, es un capo de la mafia que domina y controla con mano dura la ciudad de Estambul. Cuando su esposa Lenna muere se queda al cuidado de su hija pequeña, Ruslan se ve obligado a buscar una nueva esposa y una nueva madre para su hija, las reglas y tradiciones no le permiten quedarse solo, mucho menos si es un padre soltero. La elegida es Adaia, una joven humilde, adorable, inocente, genuina, curiosa, que fue criada alejada de la sociedad, y que apenas acaba de superar la mayoría de edad. Ruslan deberá poner todo su empeño para hacer que las cosas funcionen, para que Adaia sea una esposa trofeo, y para resistir el deseo que ella comienza a despertar en él...

-Le han mencionado que es usted un hombre bastante solitario.- le dijo, captando la atención de Alexandre. Estiro el cuello y ladeo la cabeza para ver a la persona que le hablaba.-Alteza,- dijo sorprendido cuando vio a la joven princesa,-¿Qué hace usted aquí?.- preguntó con intriga. -Lo observo.- contestó. -Alteza, debería entrar al salón, la noche es bastante fría.-sugirió. -¿No cree que el cielo es precioso?,- preguntó alzando la vista al cielo. -Si, lo es,- respondió el joven, haciendo el mismo gesto. Ambos se quedaron por algunos segundos perdidos observando en el gran cielo oscuro. las brillantes estrellas se reflejaban en sus ojos. -No le gusta bailar.- dijo Alice de repente. -Su alteza, ¿esa es una pregunta o una afirmación?. -¡oh, por supuesto que es una afirmación!, sin embargo me gustaría escuchar una respuesta, no sea que lo esté juzgando mal. El joven de inmediato reparó la descompostura con la que la princesa le habló. Quitó la mirada del cielo y miró a Alice.