Eliza Sullivan tenía su vida soñada, una casa en el bosque, un trabajo estable en el pueblo a nueve kilómetros, un adorable perro Terranova que siempre la acompañaba, y una cocina blanca con muebles color lavanda y una ventana con vista al bosque. Tenía un hermano, Jimmy, la visitaba cada sábado para almorzar y acompañarla al pueblo a comprar cosas que necesitaba para la casa. Daryl Dixon tenía una vida... bueno, él consideraba que era un asco, dormía en una casa completamente de madera en el bosque, completamente solo, lo que comía era lo que cazaba, no tenía ninguna mascota a excepción del gato que lo visitaba y le robaba los pellejos de los animales que él cazaba. Su hermano Merle lo visitaba cada vez que necesitaba dinero u otra cosa, más que eso, no tenía a nadie más. Cuando todo comenzó, Eliza hizo lo posible por quedarse en su hogar, hasta que tuvo que huir a la casa en la que Jimmy trabajaba y vivía, sabía que la recibirían, sabía que él estaría bien. Daryl por su lado, no se enteró de nada hasta que Merle lo fue a buscar y emprendieron su camino sin un destino fijo, solo queriendo encontrar comida y un lugar distinto y seguro para dormir cada noche. Se encontraron cuando ambos estaban desesperados, se ayudaron, y se conocieron. •-•-•-•-• -•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•-•

En un mundo donde los muertos caminan y los vivos apenas recuerdan cómo sentirse humanos, Amara Espinosa lucha por algo más que sobrevivir: intenta reconstruirse a sí misma. Separada de su hermana, marcada por un pasado violento y atrapada entre el silencio y la necesidad de pertenecer, encuentra una inesperada conexión en Daryl Dixon, un hombre igual de roto, igual de solitario. Dicen que son amigos. Pero las miradas, los roces y el dolor compartido dicen otra cosa. Y cuando todo lo demás se cae a pedazos, lo único que puede salvarlos... tal vez sea lo único que más temen: sentir.