Hadas, elfos, ogros, bestias, sirenas, vampiros, ninfas, magia. Jodida magia. Yo era escéptica ante todas esas estupideces, no creía en una mierda. Lo cual es muy irónico al provenir de una familia donde todas las mujeres eran madres solteras y viudas que se auto proclamaban "brujas". Me sentía inalcanzable y superior ante todos esos pendejos que pecaban de ignorantes por tener y alimentar esas ideas tan mediocres. Y es que no me pueden culpar después de que la supuesta magia me fallara y no me ayudara cuando más la necesitaba. Oh qué cachetada de realidad me daría la vida. Una deuda muy grande por parte de mis ancestros, un objeto que claramente no es suyo y una vida a cambio de ello. Una noche de intercambio no voluntario, sollozos y súplicas inservibles, la luna llena iluminando la tierra. Esa noche llamada la "NOCHE DE PLATA". Esa maldita noche donde conocí todo lo que alguna vez negué su existencia, esa noche donde lo conocí a "ÉL", donde los conocí a "ELLOS".