Ataraxia.
En mi corazón ya no quedan pedazos de tu piel, me he librado del caos.
Todo se volvió negro desde que te fuiste, ahora no encuentro el color idóneo para que regreses.
Me enamoré de su intensa mirada; de sus profundos y misteriosos ojos cafés, que cada vez que los miraba intentaban decirme algo, o quizás sólo era idea mía.
Yo era un polo: fría sin motivo alguno, distante, con un corazón cerrado, protegiendo los pocos pedazos que me quedaban, y ella, con apenas un roce de su mano, me enseñó porqué un volcán explota, porqué mueren las flores en otoño.