-¡Emma! ¿¡Cuantas veces tendré que repetirlo!? ¡¡No entres a mi habitación!! -me gritó Nick. -¡Mamá me lo pidió! -le grité de vuelta. - ¡Con mis cosas nadie se mete!! -escuché como soltaba groserías- ¡Me la pagarás! -escuche el portazo. -¡No te tengo miedo! -mordí ni labio. Nick abrió la puerta de mi habitación, me tomó de los brazos y me arrinconó en la pared. -¿Con que no me tienes miedo, eh? -susurró en mi boca con una sonrisa. -N-no -mi respiración era agitada y entrecortada mi voz. -Ya lo veremos. Me tomó de la cintura e impacto su boca contra la mía. Maldición ¿los hermanastros se pueden besar?

Leslie Sparks es el sinónimo de perfección. Shawn Coleman es un auténtico desastre. Ella se vio liberada cuando Shawn se fue de la ciudad tras haberla atormentado durante cinco años sin descanso. Ahora, él ha vuelto. El plan de Leslie es terminar su último año de instituto y entrar en una buena universidad. El de Shawn, salir del instituto y ponerse a trabajar para mantener a su familia. Ninguno de los dos tiene intención en volver a establecer relación con el otro. Sin embargo, una fiesta de fin de verano y muchos vasos rojos después, Shawn y Leslie no tienen más remedio que hacer un trato que los beneficiará a ambos. La chica buena. El chico malo. Dos familias destruidas. Dos adolescentes que pretenden destruir los prejuicios de la sociedad. Y un cliché. Un cliché perfecto que hará a Leslie replantearse muchas cosas sobre su aburrida y planficada vida. Un cliché perfecto que ayudará a Shawn a darse cuenta de que él es algo más que un imbécil con problemas de ira. Un cliché perfecto que les traerá problemas, y tal vez, solo tal vez, amor. ADVERTENCIA: esta novela contiene lenguaje explícito. María Cotobal, 2018 ©