Para Martin, Madrid es el lugar donde por fin podrá desplegar sus alas y volar alto, tanto como siempre ha imaginado. Para Juanjo, es tan sólo el recuerdo constante de que a veces hay que saber aterrizar con las manos vacías. Un sueño a punto de cumplirse, y otro que, tras varios años de esfuerzos en vano, se está tranformando en una pesadilla. La ilusión de un nuevo comienzo y el duelo por algo que nunca ha llegado a suceder. Una aversión tan intensa que a veces podría llegar a confundirse con el deseo. En definitiva, Juanjo y Martin son una antítesis constante, electrizante y peligrosa. ¿Qué podría salir mal si, además, acaban tan enredados en la vida del otro que les resulta imposible evitarse?

Después de la guerra, el país queda dividido en dos fracciones separadas por un muro impenetrable. Cuando Martin despierta al otro lado de la frontera, sabe que probablemente le quedan menos de veinticuatro horas de vida. Lo están trasladando en un furgón repleto de militares y no es capaz de entender que ha ocurrido. Todos sus recuerdos le han sido arrancados de forma repentina y feroz. Juanjo a dedicado toda su vida a lo mismo. Cuando detiene aquel camión, lo hace esperando poder robar todo lo que encuentre dentro. Tal vez armas y la comida suficiente como para aguantar todo lo que queda de invierno. Un forastero del norte acaba cambiando todo lo que tenía planeado.

Martin siempre se había dejado llevar por lo que pensaba que otras personas querían que fuera: capitán de un equipo de fútbol semi profesional y un intento de hijo del que sentirse orgulloso. Cuando empieza la universidad, cada vez le es más complicado no cuestionar quién es él más allá de las expectativas ajenas. Hasta que llega Juanjo Bona. Y con él, una visión completamente nueva de lo que su vida podría ser si cedía a lo que realmente quería, a quien él era realmente más allá de todo lo que había fingido ser hasta ese momento. Solamente tenía que dejar de hacerse preguntas y fluir.