Sudadera
¿Qué cómo había acabado en esa situación? Fácil. Su estupidez interna mezclada con su rabia de siempre más un toque de celos fue lo que hizo estallar una bomba que no quería que explotara, lo peor es que el que la había explotado fue él. Y todo por una estúpida sudadera.