No sabía su nombre. Nunca había visto su cara. Solo sabía que cada vez que él escribía, su cuerpo reaccionaba como si lo reconociera. Pagaba lo que nadie. Pedía lo que nadie. No halagaba como los demás . Y mucho menos rogaba como los que ella conocía. Él ordenaba. Y ella obedecía, sin entender en qué momento había dejado de actuar... y empezó a sentirlo de verdad. Este no es un romance. Es un juego sucio. De poder, de control, de placer. Y cuando quiso salirse... ya era demasiado tarde.

❝𝙇𝙖 𝙖𝙨𝙤𝙨𝙞𝙖𝙘𝙞𝙤𝙣 𝙙𝙚 𝙘𝙪𝙚𝙧𝙤𝙨❞ ❝𝙇𝙖𝙨 𝙢𝙪𝙣̃𝙚𝙦𝙪𝙞𝙩𝙖𝙨 𝙙𝙚𝙡 𝙜𝙚𝙣𝙚𝙧𝙤❞

El baller con su demonia. Solo disfrútalo ...