Nuestra última noche
No paraba de reír después de aquel ridículo chiste que me habías contado, no podía negar lo bien que me sentía al ver que después de unos segundos tu sonrisa aparecía hundiendo con una leve fuerza tu mano en mi cintura acercándome más a ti. El cielo estaba oscuro y despejado, el silencio que había en ese momento nos...