Te odio hasta el infinito y más allá
-Así que soy un idiota, eh... -me susurra una ronca voz muy cerca del oído. Su fresco aliento choca contra la piel de mi cuello, haciéndome estremecer. No me cabe duda de quien pueda ser. Volteo hacia esa persona despreciable, encontrándome al imbécil muy cerca de mi rostro. Él me mira con una sonrisa socarrona lo cu...