¡Cuida del conejo!
-amo a los conejitos- sonreía el gato con uno herido en manos. -¡Jimin eres un minino! -¿qué tiene de malo eso? Su hermano suspira. -si piensas cuidarlo hazlo tú solo, bastante que no le diré nada a mamá. Así, es como el gato decide poner todo su esfuerzo en cuidar de aquella pequeña e indefensa bolita entre sus bra...