¿Crees en las segundas oportunidades? Leslie Sullivan es independiente, rebelde, y vive su mejor momento como modelo en Nueva York. Hunter Harries lucha por sus sueños y su carrera, centrado en su futuro profesional. En el pasado, ambos tuvieron una historia de amor, pero sus personalidades chocantes y la vida hizo que terminase. ¿Qué pasaría si se reencontrasen en el futuro? ¿Y si el destino les forzase a encontrarse en más de una situación embarazosa, divertida y desternillante? ¿Y si existiesen las segundas oportunidades? Entonces seríamos... Otra vez nosotros. Portada creada por Tyler Rood Wattpad: @tylerevelynrood Instagram: @tylerevelynrood Twitter: @tylerevelynrood Segunda parte de "¡Eh, soy Les!" (antes llamada "Hey, it's Les!") No es necesario leer el primer libro para disfrutar de esta historia.

The Noose es una ciudad gris y fría, hogar de criminales y seres despiadados que emergieron del averno; adéntrate en ella y jamás podrás salir. Ya dicen las advertencias: "No te involucres en una ciudad donde la oscuridad acecha y los terrores nocturnos se hacen realidad". RECOPILACIÓN DE TODOS LOS RELATOS.

La casa Wisteria es un centro de salud mental y desintoxicaciones. Ahí los especialistas que nos tratan nos dividen por colores para poder ubicarnos y designarnos a las distintas actividades, tratamientos y terapias que se supone que existen y funcionan para reinsertarnos exitosamente dentro de la sociedad. Es un sistema bastante simple en realidad, este viene en forma de colocar listones de distintos colores alrededor de nuestra muñeca. Son gruesos e inmediatamente los puedes notar si tomas en cuenta que siempre estamos vestidos en una especie de pijama blanco. Los colores funcionan así: Listón amarillo: para los que vinieron a superar alguna adicción y buscan desintoxicarse. Listón azul: para los que tenemos algún trastorno psicológico que puede tratarse con terapias hasta desaparecer. Yo tengo trastorno obsesivo de la personalidad, así que llevo uno de estos. Listón naranja: para los que tienen algún trastorno alimenticio como anorexia o bulimia... también tengo uno de estos y sí, se pueden combinar, casi hasta formar tu propio arcoíris. Listón rojo: para los que tienen alguna enfermedad de carácter orgánico, es decir, algo en su sistema nervioso que jamás saldrá con terapias pero que cuyos síntomas disminuyen con los medicamentos, como: esquizofrenia, demencia, Alzheimer, entre otros... Listón verde: para los que han tenido algún brote psicótico que se desencadenó de cualquiera de los padecimientos anteriores. Listón negro: para los que han sido agresivos, así que generalmente están aislados del resto de nosotros y los especialistas se les deben acercar con sumo cuidado. Muchas veces están sedados. Pero hay algo que no me cuadra... y que no deja de perturbarme pero también de causarme curiosidad. ¿Por qué hay un paciente que tiene un listón blanco? ¿Y por qué cada vez que pregunto nadie me dice nada? Trataron de venderme la idea de que ese color aquí no existe pero yo sé lo que vi.

"Carmina Boschi perdió a alguien... ¿Pero lo perdió realmente? Ahora, ya ni siquiera está segura de haberlo conocido. Puede que haya sido sólo un sueño como le dicen sus amigos y que simplemente... le haya llegado la hora de despertar". -Despertar-me dijo en un tono agridulce, mientras me arrebataba la hoja en la que acababa de escribir la descripción de su historia -Si fue eso... entonces me hubiera gustado seguir durmiendo. Bórralo. Borra esto que escribiste. Él fue real y voy a encontrarlo. -Pero Carmina... necesitamos el gancho, algo que atraiga a la audiencia. Dejarle abierta la puerta a la posibilidad de qué tal vez estás loca. A los lectores les gusta eso, es parte del circo. -No me interesa ser parte de tu circo. No vine a eso. -Claro que lo hiciste. Viniste justamente a eso. Quieres que la gente lea lo que te pasó para comprobar que no lo estás inventando, y que no es solo otra mala jugada dentro de tu cabeza. Y para eso tienes que contar las dos caras de la moneda... El morbo vende Carmina. Se consume como pan caliente. Llega a las masas porque a todo mundo le gusta hacer leña del árbol caído... Así que agarra el serrucho y comienza a cortarte los brazos, las piernas, lo que haga falta. Y trata de que cada pedazo sea más grande que el anterior.

Las luces le bailaban en el cuerpo al chico, como si le estuvieran lamiendo los músculos, la piel, esos pómulos afilados que años atrás ella llegó a besar hasta el cansancio y que conocía tan bien. La música era ensordecedora, vibraba, hacía que la única forma de poder conversar fuera de cerca, dejando que el aliento de la otra persona te hiciera cosquillas en el lóbulo, en la nuca, que te erizara cada maldita célula de la piel. Pero por alguna razón Audrey Montebello no podía escuchar nada, ver nada, sentir nada... Nada salvo el torrente de emociones que aquella hermosa criatura le provocaba. Y es que la belleza, el alcohol, y esa ráfaga de emociones que ella creía enterradas para siempre, se pueden llevar mal. Muy MAL. Porque de repente, aquel anillo sobre su dedo anular ya no se veía tan grande, ni la piedra tan brillante... No... brillantes eran las gotas de sudor y licor que se deslizaban por todo el cuerpo de aquel chico que la miraba de regreso. Daniel. Daniel Sorrentino. Su, Daniel Sorrentino. El chico al que había amado con locura y que también había dejado plantado frente al altar, canjeando todo ese amor por un vuelo a Nueva York. Un vuelo sin retorno. Pero el mundo es redondo y los imanes estan destinados a encontrarse. Sobretodo los que al primer contacto, arden.