Torre de cartas.
Conocí a Graham a los 13 años, tal como yo, era diferente. Le gustaban los retos, siempre buscaba la manera difícil de hacer las cosas; luchaba por lo que era justo, con uñas y dientes, como si su vida dependiera de ello; y así como yo, decía lo que pensaba sin miedo alguno. Por consiguiente, nos queríamos, nos odiába...