Nalli nació siendo esclava, no parecía haber futuro más allá de eso. Durante toda su vida su madre le había grabado a fuego una enseñanza: "No confíes en nadie... ni siquiera en los Dioses..." Y cuándo extraños forasteros de piel pálida y ojos claros llegan a su pueblo; Nalli parece ser la única en darse cuenta de que con ellos solamente vendrán desgracias. Y, por si eso fuera poco, empieza a tener sueños cada vez más recurrentes sobre un extraño hombre que le advierte siempre estar en guardia y jamás tocar las extrañas cruces que los monjes cargan. Pero, aunque no confía del todo en él ¿Por qué sentía que estaba en riesgo de perder su corazón? Peor... Perder su corazón era el menor de sus problemas.