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El profeta Ezequiel (Iejezkel, Dios es fuerte en hebreo) pertenecía a la aristocracia sacerdotal judía que fue deportada a Babilonia, en el actual Iraq, por el emperador asirio Nabuconodonor en 598 antes de Cristo. En la deportación vivía en la ciudad asiria de Tel Abib, junto a uno de los canales o afluentes del Eufrates. Uno de los pasajes poéticos más inspirados de la Biblia es justamente el que menciona aquellos canales:
El libro de Ezequiel abunda en visiones, muchas apocalípticas y otras con un sentido teológico desbordado, que no permiten tomarlas al pie de la letra
Fue profeta de Jahvé durante 22 años en aquel destierro en que se perdieron 10 de las 12 tribus de Israel e hizo que los judíos incluso olvidaran su idioma y su escritura, que fue preciso rehacer cuando gracias a Ciro el Grande pudieron volver a la patria, unas siete décadas después de la deportación, para reconstruir el templo de Jerusalén, que había sido destruido.
En el libro de Ezequiel, el profeta describe que estando él sentado junto al río Quebar, vio a Dios sentado sobre su santo trono, y pudo ver a un carro celestial que estaba siendo guiado por cuatro querubines; cada uno de ellos tenía cuatro alas, y las cuatro caras de un hombre, un león, un buey, y un águila.
Ezequiel tiene la amplia estructura de tres dobles que se encuentra en una serie de los libros proféticos: oráculos de aflicción contra el propio pueblo del profeta, seguidos de oráculos contra los vecinos de Israel, y finalizando en profecías de esperanza y salvación:
1. profecías contra juda y Jerusalén
capítulos 1- 24
2. profecías contra las naciones extranjeras capítulos 25-32.
3.profecías de esperanza y salvación capítulos 32-48.