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La reina de las manecillas (segunda parte) by Marluieth
Marluieth
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En un mundo donde un zorro puede dar una orden, y una lechuza puede hacer que esa orden sea olvidada. Donde una serpiente puede vestirse de la piel de cualquiera, pero una mariposa puede hacer que ningún disfraz importe. Y donde un gato puede moverse a través de las líneas del tiempo, pero un Cuervo puede devorarle el alma engullendo sus ojos, y cortar de tajo todas sus posibilidades. En ese mundo hubo un chico que amó ciegamente a una chica porque creyó que ella no era uno de esos monstruos. Y luego vió como se convertía en el más temible de todos. Helena Candiani está desaparecida, y hay una enorme recompensa para el que traiga su cabeza. Lo único que se sabe de Deimos, es la sangrienta carnicería que deja ahí por donde pasa. Y Alan se ha convertido en la más grande atracción del Coliseo de las Bestias, a no ser claro, que decida entregar él mismo la cabeza del objeto de sus más grandes, y también más oscuras, pasiones. La Iglesia está decidida a recuperar su poder y poner orden, después de todo, no fue cosa fácil que tres de sus bestias cayeran en Hypnos, todas a la vez. Alan se alimentó por primera vez y perdió la razón y casi la vida, protegiendo el cuerpo frío que tenia en los brazos. El Hypnos de la serpiente Deimos lo llevó por un camino sin retorno. Y los ojos que se abrieron no fueron los negros y profundos de Helena Candiani, pero tampoco los amarillos y bestiales de el gato que se hacía llamar Alondra. El Cuervo hizo su movimiento en el tablero, y ha coronado a una reina: La reina de las manecillas.
El día en que mi reloj retrocedió  [Completa✔️✔️] by Marluieth
Marluieth
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    Parts 71
¿Qué harías si un día lograras regresar tu vida desde el principio? Helena Candiani pudo hacerlo. No sabe cómo lo hizo ni si es capaz de hacerlo de nuevo... tampoco si fue un evento fortuito o si fue provocado por algo o alguien. Pero hay algo de lo que está segura: uno no puede ir por ahí jugando a ser Dios sin esperar recibir sus respectivas consecuencias de proporciones bíblicas. Y Helena lo aprendió a la mala. Las estrellas fugaces siempre van a quemarte las manos si tratas de rescatarlas. Las cadenas no se rompen con un par de palabras bonitas. Y hasta el diablo puede arrepentirse de haber hecho un trato contigo si decides jugar bien tus cartas. ¿Quién está jugando con quién? ~No está editado así que si encuentran algún error por favor háganmelo saber~