El diario de dos amantes
Nunca quise ser la segunda opción de nadie, nunca quise ser la del montón, la otra, la amante; pero bien dicen: el pez por la boca muere. Debí haberme mordido la lengua ese día. ¡Sí! Me enamoré de él; de esos ojitos marrones, de su olor a fruto prohibido y cuerpo que irradiaba lujuria y deseo; de Maximiliano, mi pasi...