Mi vida era normal. Solitaria, sí... pero normal. Monótona. Predecible. Sin sorpresas ni riesgos. Mi familia era pequeña y humilde. Nunca imaginé pertenecer a una tan grande... ni tan peligrosa. Vivíamos con lo justo. Jamás pensé que un día estaría rodeada de lujos, mansiones, autos costosos... ni mucho menos, armas. Tampoco pensé que sería capaz de matar. Pero todo cambió aquel día. El día en que conocí a esa extraña familia. Creí que solo me esperaba una vida cómoda, rodeada de hermanos nuevos y mucho dinero. Creí que mi mayor reto sería adaptarme a ellos, sonreír en las fotos y aprender a vivir como una de ellos. Me equivoqué. No heredé una familia rica. Heredé una historia bañada en secretos... y en sangre. A simple vista, todos parecían normales. Educados. Casi perfectos. Eran expertos en fingir. Expertos en ocultar lo que realmente eran. Muchos los llamarían hipócritas. Yo... los llamo mis nuevos hermanastros. Mis nuevos hermanos.