Pero lo cierto es que mató a Sherlock Holmes.

Cuando ya no hay duda sobre los sentimientos por ninguna de ambas partes, el cómo y dónde declararlos se convierte en lo más importante.

No hay muchas razones por las que Holmes pueda sentirse agradecido; solo hay una.

Lestrade no quiere estar en medio de esa atmósfera rosada, calientita y esponjosa. De verdad, no quiere estar ahí.

El inspector Lestrade tiene potencial, Sherlock Holmes no lo piensa de otra manera. Pero tampoco espera ser vencido por él en una situación tan inoportuna.