A Julia la definieron toda su vida como "la hija de la esquizofrénica". Una adolescente más, con una madre internada y una infancia llena de silencios incómodos. Aprendió a vivir con la duda, con el estigma... con el miedo heredado. Pero todo cambia cuando un rostro comienza a aparecer en sus sueños. Uno que su madre dibuja una y otra vez. Una criatura que se ríe, que la sigue, que parece conocerla mejor que nadie. ¿Está perdiendo la cordura? ¿O hay cosas que la ciencia no puede explicar? Porque hay herencias que no vienen en la sangre, sino en los susurros.