"Etéreo: Intangible, poco definido, sutil y sublime."

Carter Davis sólo tiene una cosa en mente: aprovechar las vacaciones de verano para olvidar a su ex. Ha alquilado una habitación individual en la residencia de la Universidad de San Diego y planea pasar las próximas semanas surfeando y llorando hasta recuperarse emocionalmente. Si es posible, a tiempo para la boda de su madre. Sin embargo, el cuarto no es tan individual como le prometieron al firmar el contrato. Así conoce a Aiden, su nuevo compañero de habitación, con quien choca desde el primer momento. Todo apunta a que la convivencia entre los dos va a ser imposible. Pero, cuando saltan chispas, es cuestión de tiempo que se prenda una llama... y quizá ninguno de los dos esté dispuesto a apagarla.

El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh ha crecido, siguiendo cada regla y pauta como se le ha indicado. Un pueblo donde no se recibe con mucha gracia a los recién llegados así que cuando Los Steins se mudan a su lado, Leigh no puede evitar sentir curiosidad. Los Steins son adinerados, misteriosos y muy elegantes. Lucen como el retrato perfecto de una familia, pero ¿Lo son? ¿Qué se esconde detrás de tanta perfección? Y cuando la muerte comienza a merodear el pueblo, todos no pueden evitar preguntarse si tiene algo que ver con los nuevos miembros de la comunidad. Leigh es la única que puede indagar para descubrir la verdad, ella es la única que puede acercarse al hijo mayor de la familia, el infame, arrogante, y frío Heist.

Luca Bakker, a football jock with haunted eyes and a pretty Dutch accent. And Theodore Hart, a shy kid from school who works at the local pet shop. The idea that the two could ever cross paths - let alone build any sort of relationship - was almost laughable. And yet, here we are. Laughing away.