Cortes
Ardor era lo que sentía en sus muñecas, nunca se acostumbraría a los primeros cortes. Uno, dos, tres... quince cortes en su piel trigueña. Era lo único que calmaba ese dolor en su pecho; ver las pequeñas gotas rojas deslizarse por sus brazos le entregaba un sentimiento de paz inigualable. Ya no soportaba el dolor en e...