sweettsama
El ajustado corset le cortaba la respiración y era molesto al estar sentado, por lo que miró a su padre con ojos suplicantes, pidiéndole permiso para marcharse de allí. Él, después de un resignado suspiro asintió, por lo que el otro sujetó con una sonrisa casi imperceptible la falda de su vestido, levantándose de su asiento para marcharse de allí lo más rápido pero elegante que pudo.
Al salir del lugar de banquetes se encontró con Bakugo, su guardia personal, que le miraba con el ceño fruncido y los brazos cruzados apoyado contra la pared.
Izuku bufó, poniendo los ojos en blanco en tanto que se sacaba el relleno del pecho y se lo tiraba con brusquedad, caminando hacia las escaleras del sitio.
El otro le siguió sin quitar el ceño fruncido de su rostro, un poquito mosqueado.
-No hace falta que se desquite contra mí, ¿Sabe?
El peliverde solo suspiró con fuerza, frenándose un momento en las escaleras para quitarse los tacones verdes que llevaba, apartándose los largos rizos que caían por encima de sus hombros.
Luego siguió caminando, desatando el lazo de la cintura del vestido.
Odiaba este vestido, llevaba demasiadas telas, demasiado... Todo.
No solo este, odiaba TODOS sus vestidos, pero claro, eso no lo podía decir, tenía que mantenerse callado y soportar como un juguete de porcelana todo lo que le hiciesen.
Al fin y al cabo, su papel en palacio era ser un farsante, no ser él, ser ella, ser la pequeña princesita que todos esperaban que él fuese.
Estaba cansado de todo aquello.