Rin Okumura era un poco denso. No siempre entendía las cosas a la primera ni siquiera cuando la respuesta la tenía explícitamente frente a él. No era raro que no supiera muchas cosas.

Amaba la comida en general. Su estómago no parecía tener fondo, pues siempre comía grandes cantidades de alimentos sin conseguir realmente la saciedad. Sobre todo, Rin amaba la carne, le fascinaba en cualquier tipo de presentación. sin embargo, su precio siempre era elevado y era un ingrediente que generalmente no había en su cocina, sin mencionar que en los restaurantes también solía ser cara. Cuándo tuvo la oportunidad, no dudó en envolverse en una mentira pequeña para conseguir un exquisito platillo a precio bajísimo. Suguro no podía creerlo.

Los sueños son formas en que, muchas veces, el inconsciente nos expresa algo de nosotros que no conocemos; traumas y deseos, miedos y anhelos.

El engendro del demonio más poderoso de Gehena debía ser tan vil como él, un ser de muchas habilidades y sin piedad. La gente se imaginaba al heredero del fuego azul como un demonio en todo el sentido de la palabra, ignorantes al hecho de que Rin no era más que un muchacho apasionado y con sentimientos como todos los demás, que incluso se había llegado a enamorar de un joven exwire.

La popularidad de Suguro no era nada que no se supiera ya para ese punto. En San Valentín recibía un montón de chocolates de jovencitas, pero no aceptaba ninguno. Al parecer nadie era digno de su atención y cariño.

Así como las personalidades de los habitantes del planeta siempre salen de una u otra forma del promedio, los sexos y las condiciones de salud de una persona pueden variar sin necesidad de padecer alguna enfermedad. Un Omega que apenas emite feromonas no es nada malo, pero sí inusual. *Advertencia: AU. Rin no tiene poderes y los demonios no existen. Sí, se hará mención de Satán como padre de los gemelos. Los reyes demonios también serán mencionados en la historia.