¡Qué no me llamo Osvaldo!
Florisvaldo está salao desde el bautizo y su singular nombre es solo la punta del iceberg en la patética vida de un perdedor, al menos, eso suele creer. Su timidez y ansiedad social le dificultan conectar con las personas, por eso tiene pésima suerte en el amor. Tras el compromiso de su hermana menor, deberá conseguir...