Magnus y Alec se conocen de hace relativamente poco. Salen juntos con sus amigos y tiene una socas conversaciones que normalmente terminan en golpes. Ya han olvidado las veces que acaban en el hospital por culpa del contrario. Cada vez que se ven el ambiente se vuelve tenso y las conversaciones terminan en insultos. saben que se odian, por que eso que sienten es odio... ¿verdad? Sus amigos no están tan de acuerdo en ese tema. Y están hartos de no poder salir todos juntos por culpa de esos dos. Así que, ¿Cuál es la mejor idea que se les ocurre? Encerrarlos en una cabaña durante una semana y que arreglen lo que sea que tienen que arreglar. Tan solo ¿que podría salir mal?

Tabajar para un importante empresario Alfa, era genial , pero no si eras un omega como yo , quien soy ? mi nombre es Magnus , Magnus Bane tengo 20 años , como dije soy un omega , y trabajo en una empresa donde la mayoría son alfas, no había nada de malo pero, un día todo cambio . Y agradezco que eso pasará. Porque ? Porque pude conocer a un Alfa ... totalmente diferente quien es el ? Es Alexander Lightwood ! Como llegue a el ? Eso lo sabrán con el tiempo ...!

[TERMINADA] Magnus Bane, el gran brujo de Brooklyn, se encuentra caminando, como cualquier día normal, en una calle cualquiera, cuando ve a un joven invidente, junto a un árbol, con un letrero que dice "se escuchan historias de amor gratis", y él piensa "¿por qué no? Puede ser divertido..." Alec es un joven, con una carrera trunca de psicología, que perdió la vista en un accidente unos años atrás cuando murió su hermano menor. Después de unos meses de depresión, su hermana lo sacó de su encierro y por casualidad (o destino) se encontraron frente a una pareja que terminaba su relación, la chica estaba inconsolable hasta que Alec se acercó y le pidió que le contara su historia...y así empezó todo. Única regla: no escuchar a la persona más de treinta días para no involucrarse sentimentalmente. Pero Magnus Bane siempre llega a romper las reglas, ¿podrá con ésta? *Lo de siempre, personajes de Cassandra Clare, historia mía*