Un crudo invierno en un solitario París, la perspectiva de un desolado departamento y una clase de arte cada vez más monótona para Levi siendo borradas por un hermoso joven de mirada profunda, por un par de ojos tristes del color de una gema. Un misterioso chico perdido entre las calles de París y el anhelo de volver a ver los ojos de su Musa.

Un hilo rojo al que no podremos imponer nuestros caprichos ni nuestra ignorancia, un hilo rojo que no podremos romper ni deshilachar. Un hilo rojo directo al corazón, que conecta a los amores eternos, a los profundos, esos que simbolizan el antes y por los que no hay después. Cada uno que lo interprete como quiera pero lo que está claro es que, en ocasiones, las casualidades son tan fuertes que no dejan lugar a dudas... Almas gemelas se llaman, corazones entrelazados con una o varias eternidades por vivir... ¿Te gustaría saber que hay al otro lado del Hilo Rojo?

¿Puedes sentir la lluvia? Porque yo no puedo. Estoy harta de sangrar en vano. Y a ti solo te gusta herirme. Con tus malditos ojos color miel. A ti: por si alguna vez te interesa saber que hicimos mal... O bien.