NahiStark10
Imaginaba que escribiría la historia de un excéntrico lord inglés de la época de la regencia, tímido, introvertido, aislado no por el misterio ni por la tragedia, sino por su propia personalidad y elección de vida, casado con una mujer de apariencia y personalidad totalmente corriente con quien, poco a poco, y más tarde que temprano, saborea el amor mientras se va abriendo en su horizonte el sentido de la vida o el que ambos eligen para la suya.
Él se llamaría Simón o Pete o Anthony o, incluso, Gregory. Ella se llamaría Daphne o Kate o Penélope.
Pero mi historia de amor real, de carne y hueso, superó con creces a la de Simón y Daphne (o la de Pete y Kate o la de Gregory y Penelope), y tuvo un componente ampliamente desconocido y raramente esperado en una relación: el trastorno esquizoafectivo.