Una mañana al despertar sentí el cálido toque de un diminuto rayo ultravioleta que se filtraba por mi ventana, mi corazón aumento sus revoluciones, me levante de mi cama y salí al patio, una sonrisa se posó en mis mejillas, al ver que aquellas nubes grises que durante años habían matizado mi cielo empezaban a esfumarse, pensé para mis adentros: “LO LOGRE”; al fin iba a conocer las flores y su delicada fragancia, al fin mi mundo se llenaría de color, al fin podría quitarme esta vestimenta que cubría mi piel, ¡AL FIN! Pero ya han pasado 4 años desde que aquel invierno termino, y aún sigo esperando ver los pimpollos que prometían adornar mi hemisferio, ¿Dónde está la fauna y flora que aseguraban que daría vida a mi jardín marchito?, ¿Dónde están los dientes de león volando bajo el viento primaveral? Portada: @AxJulieta

Esta obra es un viaje poético que se adentra en los laberintos del corazón y la mente, donde un amor profundo e inquebrantable toma el pulso a la vida. Es un homenaje, donde se transforman términos clínicos en versos de consuelo. Ya que, las venas no solo llevan sangre, también historias sin contar. Intentaré entrelazar la magia fría de los bisturíes y los fármacos con el calor de las sonrisas que se resisten a apagarse. Hasta los instrumentos cobran vida bajo sus miradas, amados lectores. El estetoscopio, por ejemplo, no sera solo un tubo de goma y metal, sino un cómplice para escuchar lo no dicho. Serán simples textos, donde las recetas incluyen caricias, los rayos X revelan sueños ocultos tras las costillas, y las salas de espera, se transforman en templos de conexiones fugaces pero profundas. Aquí, entre versos que huelen a alcohol antiséptico y café frío, te preguntarás si un latido es solo un músculo contrayéndose o la forma en que la vida insiste en ser escuchada.

¿Qué es el invierno sino la estación de la introspección, de la búsqueda de uno mismo, de la confrontación con la realidad? Nos invita a mirar hacia adentro, a reconocer nuestras sombras, nuestras heridas, nuestras cicatrices. Nos despoja de las ilusiones, de las falsas apariencias, de los adornos superficiales. Nos muestra la verdad, aunque duela, aunque nos cueste aceptarla. Hay que saber captar su esencia, no solo como una época del año, sino como una experiencia vital, una forma de ver el mundo, una actitud ante la vida. El invierno se convierte en el símbolo de la tristeza, de la soledad, de la desilusión, pero también de la esperanza, de la fe, de la resiliencia. Estos poemas son el testimonio de un joven que ha vivido muchos inviernos, que ha sufrido y llorado, que ha amado y perdido, que ha luchado y resistido. Un joven que ha cumplido inviernos, pero que no ha perdido la capacidad de asombrarse, de cuestionarse, de soñar. Es mi invitación a compartir nuestros sentimientos, pensamientos y reflexiones. Acompañame en este viaje hacia mi norte. Mi Invernalia.

Llegó el verano, muchos celebraban los días soleados y las noches estrelladas, disfrutaban de sentir el viento en la cara, sentados a la orilla de la playa, bailaban bajo el sol adornándose con flores silvestres. El cabello se aclaraba, la piel se volvía más oscura, el agua se calentaba. Pero el calor comenzó a volverse incesante, acabando con la fauna, incinerando la flora, con el paso de los días aquel bello paraíso comenzó a agonizar. Suelos desérticos clamaban al cielo, implorando por una pizca de sus fluidos, pero aquella bóveda celeste no obsequiaba a sus leales súbditos ni tan siquiera migajas. El planeta fue azotado con una fuerte sequía. Pero, estoy seguro que ha de haber sequía, para que más adelante podamos apreciar la lluvia. Aun en los periodos más sofocantes la vida estará llena de momentos mágicos, los atardeceres son la prueba de que no importa que tan malo haya sido el día, siempre puede terminar de la manera más bella: mirando a través de las puertas del cielo puestas de sol tan hermosas, dibujada con trazos de Rayos Ultravioletas. Con Especial Dedicacion A: Julia Somma @Ch1116