Lee Byung-Hun y Lee Jung-Jae se conocen desde hace 30 años, pero se vuelven más cercanos gracias a un éxito proyecto: El Juego del Calamar. Sin embargo, estarán en un conflicto cuando los fans de aquella serie empiecen a sospechar de que existe algo más que una simple amistad... detrás de cámara.

Antes de que Lee Jung-jae se convirtiera en un nombre que llenaría cines, solo era un muchacho que limpiaba tazas en una cafetería de Apgujeong, sonriendo a desconocidos mientras soñaba con una vida que parecía inalcanzable. Fue allí donde conoció a Lee Byung Hun, un joven actor que recién había comenzado a probar el sabor de la fama.

Cuando los caminos de Gi-Hun e In-Ho se cruzan, el mundo de los dos se pone de cabeza, pues al parecer los polos opuestos no se atraen... ¿o sí? ¿Alguna vez habían escuchado la teoría del hilo rojo? Universo alternativo (no existen los juegos). 📌 Los personajes NO me pertenecen, sin embargo tendrán una personalidad distinta a la que es vista en la serie. 📌 CONTENIDO 🔞

In-ho siempre ha hecho todo bien. Es el tipo de estudiante que decora las paredes del instituto con diplomas, que nunca levanta la voz, que siempre tiene la respuesta correcta. Hijo ejemplar, modelo a seguir, el orgullo de sus padres y profesores. Ordenado. Pulcro. Intocable. In-ho no se permite sentir. No puede. Porque en su mundo, sentir... es exponerse. Gi-hun es su opuesto total. Imprudente, rebelde, visceral. Es conocido por lo que hace, no por lo que calla. Popular por las razones que los adultos desprecian y los estudiantes envidian. Con una lengua afilada y una sonrisa que no pide permiso. Él no sigue las reglas; las rompe, las pisa, y se ríe después. En teoría, deberían ignorarse. Pero algo se activa desde el primer cruce de miradas. Algo que molesta. Que jala. Que incomoda y obsesiona. Y lo que comienza como una simple rivalidad, pronto se transforma en un juego mucho más peligroso. De miradas. De provocaciones. De silencios que pesan más que cualquier grito. Pero no solo son distintos en todo lo visible. También cargan con el peso de los prejuicios que los rodean. De las miradas ajenas que juzgan. De la presión familiar, del "qué dirán", de ese miedo silenciado que los obliga a esconderse. Porque enamorarse, para ellos, no es simple. No es seguro. No es siquiera permitido. Mientras el mundo espera que sigan papeles opuestos -el perfecto y el descarriado-, ellos se descubren en un terreno más íntimo, más vulnerable, donde todo es incertidumbre, deseo y miedo a la vez. ¿Pueden dos mundos completamente distintos aprender a coexistir? ¿O están destinados a explotar? Una historia sobre crecer, resistir, amar lo prohibido, y enfrentarse a todo lo que intenta decirte que no debes. Una historia de miradas que arden, palabras que duelen, y la belleza brutal de encontrar a alguien justo cuando más lo necesitas.

Joong es un motociclista que está decidido a follarse al inocente Dunk. ❥ Homosexual ❥ Joong top | Dunk bottom ❥ Smut, Violencia, Lenguaje explícito ❥ Diferencias de edad ❥ Adaptación autorizada por la autora original @hollye2018

Dicen que trabajar con alguien por mucho tiempo te hace conocer sus manías, sus horarios... y en casos más extremos, hasta su aroma favorito. Joong no estaba seguro en qué momento exacto Dunk dejó de ser solo su co-protagonista para convertirse en su punto débil. Tal vez fue la vez que lo vio reír a carcajadas sin preocuparse por las cámaras, o cuando le cocinó brownies solo porque sí. O tal vez fue más simple aún: cuando apoyó la cabeza en su hombro por accidente y sintió que ahí estaba su lugar. Dunk tampoco sabía cómo había llegado ahí. Joong era efusivo, escandaloso, siempre pegado a él como si su cuerpo fuera su lugar favorito para descansar. Al principio pensó que solo era una broma más, un juego de Joong para hacerlo sonrojar. Pero cuando empezó a anticipar esos gestos, a hornear cosas solo para verlo sonreír, supo que estaba en problemas. Lo gracioso -o desesperante- era que ninguno de los dos se atrevía a decirlo en voz alta. Así que se dedicaban a coquetear sin confesiones, a abrazarse como si fuera casual, a bromear con dobles sentidos mientras el resto del elenco se miraba entre sí con cara de "estos dos ya deberían estar casados".