«Aquellas flores, siendo las favoritas de su ex-amante, brotaban sobre su rostro y parte de su torso como un jardín de recuerdos amargos. Sus pétalos delicados eran como susurros de un amor que se había marchitado, y su aroma era un recordatorio constante de lo que había perdido. Cada flor era un símbolo de su pasión pasada, un recordatorio de las caricias y los besos que una vez compartieron. Pero ahora, esas mismas flores se habían convertido en un peso que lo aplastaba, un recordatorio de sus errores y de la pérdida de aquel amor. Su rostro, congelado en una máscara de melancolía, parecía esculpido en mármol, con un último deseo grabado en sus facciones: ser amado por aquel a quien causó daño. La brisa suave que acariciaba su cabello azabache era como un bálsamo inútil, incapaz de calmar el dolor que había arraigado en su corazón» «Maldito seas, Two Time» Las imágenes que contiene está historia no son de mi autoría, sus respectivos créditos a sus propietarios.