No me digas que es justo, me rompes como si fuera cristal [harco]
Sus padres, muertos; su hogar, ya no era suyo; su nombre, una vergüenza. Necesitaba sobrevivir, no le preocupaba si eso era diferente a vivir. Sus huesos no soportaban más el frío y la falta de calcio, su pálida piel no podía soportar más rasguños. Todo empezó en el umbral de Grimmauld Place.