Un antifaz azul que nunca se quita. Una sudadera distinta por día. Y un silencio que grita más que mil palabras. Nadie sabe quién es. Nadie se atreve a preguntarlo. Excepto Alex, el chico más popular del salón, quien empieza a verla... de verdad. No como una extraña. No como una sombra. Sino como una herida abierta que suplica ser entendida. Cuanto más se acerca a ella, más se adentra en un laberinto de secretos, cicatrices y tragedias. Y cuando por fin cree conocerla... será demasiado tarde. Porque hay rabias que no duermen. Y hay almas que, aunque parezcan dulces, están a punto de estallar.