PukeRainbow01
Emily era una bruja.
No tenía un sombrero puntiagudo, no volaba en una escoba ni usaba una varita mágica. No tenía verrugas, así como tampoco maldecía a las personas por diversión. No obstante, la magia, los encantamientos y las pociones eran una parte importante de su vida diaria. Y, puede que no tuviera como compañero a un gato negro, pero sí tenía un familiar que se encargaba de que no muriera por alguna de sus imprudencias.
Las brujas, así como las demás criaturas de la noche, tenían una serie de reglas que todos debían cumplir. Aunque, la mayoría de esas reglas podían ser rotas si se tenía una buena justificación. No obstante, había una regla que era la única que todos tenían miedo de romper, el único mandato que todos los seres del camino de la oscuridad aceptaban y obedecían:
"Nunca te enamores de un ser humano".
Era bueno que Emily nunca hubiera sido una fan de seguir las reglas.