Violettefell
- Reads 3,400
- Votes 138
- Parts 31
Ser una Black implicaba una carga ancestral: el mandato inquebrantable de preservar la pureza de la sangre como si fuera un rito sagrado. Ser una Ryddle, sin embargo, conllevaba una maldición más profunda: el peso de un poder oscuro que latía en las venas, exigiendo dominio. Para Atenea, el mundo no era un hogar, sino un campo de batalla de expectativas asfixiantes. ¿Qué destino aguardaba a la unión de los dos linajes más temidos de la historia mágica?
Para el resto de Hogwarts, ella era una deidad de porcelana. La admiraban como a una diosa, una luz de esperanza destinada a redimir siglos de tragedia y odio. Pero tras la máscara de perfección, Atenea era solo una adolescente agotada, una joven que sentía cómo su alma se deshilachaba bajo el peso de una corona que nunca pidió.
En una existencia definida por la traición, el eco de la muerte y la sed de venganza, la felicidad parecía un concepto prohibido. Y sin embargo, en medio del caos, un nombre actuaba como su único anclaje a la cordura; un susurro que traía la paz que su propia sangre le negaba:
Cedric Diggory.
Nadie habría apostado por ellos. Nadie hubiera imaginado que la Diosa de Slytherin, forjada en sombras y ambición, encontraría su reflejo en el Chico Dorado de Hufflepuff. Eran dos fuerzas opuestas chocando en un mundo que exigía segregación y pureza. Pero a ellos no les importaba el juicio de los vivos ni el de los muertos; sus silencios se comprendían y sus miedos se complementaban.
Sin embargo, a pesar de su conexión, ambos guardaban una diferencia fundamental: su concepto del amor.
Para Atenea, el amor era un sacrificio: una cuerda tensa que la mantenía a salvo del abismo de su propia oscuridad. Para Cedric, el amor era libertad: el derecho a ser alguien más allá de un apellido o una casa.
Viraha
"-Nosotros encontramos el amor a través de la separación. Viraha, Atenea -murmuro antes de sujetar mis mejillas y besarme."
LIBRO 1 Y 2