UNA NOCHE DE INVIERNO
Aquella pequeña aldea aislada era tan inhósita como sin alma. Las cuarenta casas de pescadores eran de madera, viejas y poco acogedoras. El viento y el frío de su otoño y primavera eran ya bastante disuasorios de cualquier tipo de vida exterior que no fuese la estrictamente necesaria. Durante los rigurosísimos inviern...