-Mi conejo solo me quiere los días de lluvia.- Dijo Asano con naturalidad. -No te creo.- Contestó Karma con una sonrisa. -Es la verdad.- Respondió Asano con un mohín en la cara. -Vale. Pues ya no tendrás que preocuparte por eso.- Dijo Karma con decisión. -¿Por qué?- Preguntó el otro con curiosidad. -Porque ahora me tienes a mí. Y eso fue lo último que se escuchó en la habitación.

La vida de un conejo nunca será muy entretenida, mucho menos en una tienda de animales. Para su suerte (o no), un día llegaron dos humanos dispuestos a adoptarle, mirándole con algo de pena y adoración. Asano Gakushuu era un buen amo, sin ninguna duda. Pero un conejo como él, quién no entendía las relaciones humanas, no podía comprender esa relación entre su amo y Akabane Karma. // Portada por: ichthy0stega, en twitter (https://twitter.com/ichthy0stega/status/735455976095023105).

Se detestaban. Asano y Karma se detestaban, era algo que sabían y que debían demostrar cada día a todo el mundo. Pero ambos también sabían que en el fondo se sentían afortunados de tener a alguien a quién detestar/apreciar. Porque Asano no sería lo mismo sin Karma y viceversa. Lo que querían saber, era en qué momento de ese aprecio tan particular empezaron a mirarse con otros ojos.